LENTEJAS, SI QUIERES LAS COMES Y SI NO LAS DEJAS.

                                          

Hola amigos, aqui estoy otra vez para contaros algunas cosillas de mi intrigante vida.
Porque debo deciros que mi vida es de una emoción  increíble. Para más datos, os contaré que ayer me ocurrió algo impresionante ¡ ME INVITO A COMER MI MADRE !.
Ya sé que pensareis, que esto es algo muy normalito, pero en mi caso, no lo es .
En absoluto.
Que mi querídisima madre se acuerde de mí en algunas ocasiones, es algo tan parecido como aquello de
" En ocasiones veo muertos ", más o menos por el estilo. Yo digo
" En ocasiones mi madre me invita a comer ".
Este hecho tan sumamente extraordinario suele pasarme cada dos años generalmente, una vez ocurrió a los cuatro años.
Entenderme bien, no es que mi madre y yo no nos veamos ni nos hablemos, no, eso no. Es que el hecho de que ella me invite a comer algo preparado por ella, es sencillamente insólito.
Casi siempre suelo cocinar yo, ya me encanta la cocina " tipo Arguiñano ", con perejil incluído. Y sobre todo los dulces. Soy tan golosa, que me encanta preparar bizcochos.
Pero bueno, dejando a un lado todas estas aficiones mías, os sigo contando.
Llegué a su casa , a eso de las dos de la tarde.
Y ya tenía hasta la mesa preparada.
Toda adornadita con un mantel de papel con un dibujo de unas mariposas azules,con sus servilletitas tan monas, sus vasos de plástico, con los cubiertos a juego, pan cortado en pedazos gigantes, y para beber un vinito de esos dulces, que te bebes tres vasos y ni enteras, y cuando te das cuenta, ya estás cantando la canción esa tan famosa " Desde Santurce a Bilbao..."
Pero lo mejor de todo fue el menú.
Dos platos calientes de lentejas humeaban agradablemente en ese  ambiente tan hogareño.
No pude contener mi alegría y le dije a mi madre con voz entrecortada:
-Mamá has hecho lentejas
- Sí, cariño, ya sé que es tu comida favorita.
- Pero...-añadí- si es la comida que más detesto.
- ¿ Qué dices insensata ?-, ¿ Desde cuándo las destestas ?
- Mamá, desde siempre, y sobre todo desde aquél día que te olvidaste ponerlas a remojo.
- A las lentejas no hace falta ponerlas a remojo, eso es para las judias y los garbanzos.
-Sí, pero resulta que aquél día también te olvidaste de cocinarlas. Le pusiste agua, una patata, y un chorrito de vino blanco, eso sí, con sus ajitos y laurel incluído, y te olvidaste de encender el fuego.
Cuando volviste a la media hora, porque encima eran de " las rápidas ", dijiste, hala " Ya están ", y procediste a servirlas.
- Pero hija, sí con el calor que hacía, poco importaba el fuego, se cocinaban solas.
-Que no, Mamá, que no, que no me valen tus argumentos.
- Bueno, pero si te las comistes todas.
- Claro Mamá ( era mentira, se las dí a su perrita Puchi-pu, mientras no estaba mirandome , y que por cierto, la pobrecita falleció al día siguiente. Ignoro la causa)
Así entablemos unos de nuestros diálogos tan tiernos, para acabar ella diciéndome la frase tan popular de:
. Lentejas, si quieres las comes y sin no las dejas.
Y yo, por no entristecerla, me las comí. No las deje.
Esta  vez estaban cocinadas. Mamá encendió el fuego dos horas, así que más que cocinaditas, estaban quemaditas, pero todo sea por ponerla contenta.
Ella, por supuesto, apenas comió, porque cuando probó la primera cucharada, dijo que " este olor me inspira " y se fue a pintar un cuadro muy bonito de LENTEJAS.
Se me había olvidado deciros, que mi Mamá, además de ser costurera, de vez en cuando pinta algunos cuadros, de esos  al óleo, y que de verdad, le salen muy majos.
Así que acabadas mis lentejas, me despedí de ella y me fui a mi casa, a llorar un poquito, de tanta emoción contenida.